La serie de Bã duàn Jín es una forma de Qigong marcadamente terapéutica pues se aconseja su realización para prevenir todo tipo de enfermedades, ya sea en la posición de pie como en la de sentado. Esta serie de ocho ejercicios (Bã duàn) se utiliza para favorecer una mejor calidad de vida, mayor longevidad y mejorar, a la vez que proporcionar estabilidad, flexibilidad, tonicidad en músculos y todos los beneficios que llevan asociados tanto el Qigong como el Tai Chi . Los sistemas terapéuticos tradicionales se dirigen a las personas, no a sus males .
Para la realización de esta serie de ejercicios, se parte desde la posición de sentado, aflojándose la ropa y sentándose sobre una superficie estable, sobre el suelo con una toalla doblada, una manta o una colchoneta enrollada. Colocándonos con las piernas cruzadas, la mujer con la pierna izquierda por fuera, el hombre con la pierna derecha por fuera. Las manos se pueden colocar de dos maneras diferentes: por un lado haciendo un mudra, los extremos de los dedos pulgar y medio (corazón) de una mano se unen cogiendo el pulgar de la otra mano entre ellos, mientras que ese pulgar presiona, en la mano, entre las primeras falanges de los dedos índice y medio (en un punto de acupuntura llamado Lao Kong), por fuera el resto de dedos de esa mano cubren a los de la otra (forma de Wudang) (figura 1); por otro lado sin hacer el mudra, una mano conteniendo a la otra. Siguiendo los cánones taoístas, la mujer debe unir los dedos de la mano izquierda y el hombre los de la mano derecha. Las manos descansan sobre el abdomen, cerca del ombligo.
En esta posición, es preciso cerrar los ojos e intentar vaciar la mente de cualquier pensamiento que la distraiga ya que mantener los ojos así favorece que la atención no se disperse y se mantiene aquietado el Shén (espíritu). El cuerpo es una manifestación más burda de la energía (moléculas, materia), y el Shén (así denominan al conjunto de todas las actividades mentales) una manifestación más depurada y sutil de la energía básica. Se debe fijar la atención al principio en la respiración y enfocar la mente en la temperatura que tiene el aire al entrar en los pulmones, sintiéndolo en la nariz frío y cargado de oxígeno y notarlo salir caliente y viciado, con poca energía útil para el cuerpo. La mente ha de estar tranquila, vacía.
Practicar esta forma sentados es fundamental para que la sensación de enraizamiento nos proporcione un aspecto sólido y firme a partir de esta posición. La práctica de esta forma en el desarrollo de la energía es fundamental. Con esta postura se ha de llegar a una meditación igual o más profunda aún que desde la posición de meditación de pie (Wu chi), al trabajar la energía de una forma más sutil. La práctica regular y adecuada proporciona numerosos beneficios tanto físicos como psíquicos, por no mencionar los espirituales.
Los ejercicios en esta posición favorecen la circulación energética de los meridianos de energía (meridianos de acupuntura) de la parte superior del cuerpo sobre todo los que transcurren por los brazos. Es aconsejable hacer este tipo de ejercicios por la mañana al levantarse con efectos especiales en personas que están encamadas o con dificultades para mantenerse de pie.
Es beneficioso permanecer en esta posición un tiempo suficiente para apaciguar la mente, insistiendo al principio especialmente en la relajación para que paulatinamente se vaya introduciendo la respiración como elemento básico del movimiento.
La espalda ha de estar recta, los hombros relajados y sueltos al igual que la cintura pélvica.
Primer Duan (primera serie): Sostener el monte Kunlun con ambas manos.
Partiendo desde la posición sentada, se obliga a que los dientes castañeteen de manera suave pero audible durante 36 veces , la punta de la lengua está en el paladar. Este ejercicio estimula las glándulas salivares, y al estimularse éstas, se produce una activación del sistema parasimpático provocando, desde el inicio de la serie, que el cuerpo esté cada vez más relajado y tranquilo. A su vez favorece que las piezas dentarias se fijen con mayor dureza a las mandíbulas por un aumento del riego sanguíneo. Tras el castañeteo se relaja la mandíbula un momento y cuando la boca se llene de saliva hay que tragarla en tres degluciones.
Posteriormente hay que llevar las palmas de las manos con los dedos entrelazados y los codos abiertos hasta cubrir las orejas respirando suavemente durante 9 ciclos respiratorios (figura 2).
Zhong Li, citado por Shixin [30], el gran teórico de la dinastía Tang (618-907), establece que tras llevar las manos a las orejas con los dedos entrelazados, éstas se depositen sobre las orejas abriendo los dedos en abanico colocando el dedo índice sobre el dedo corazón y golpeando de esta manera en ambos lados de la cabeza y en la zona occipital durante 24 veces. Se acaba con una respiración profunda inhalando y exhalando lentamente. Sin embargo Navarrete [29] propone que el golpeteo se haga por encima de la zona de la oreja y no por detrás.
Este ejercicio alivia, pero sobre todo previene los dolores de cabeza, los mareos y de manera sustancial la rigidez de cuello al producirse un desbloqueo de los meridianos que recorren la zona: vaso gobernador, meridiano de vejiga y meridiano de vesícula biliar.
Una vez finalizadas las repeticiones, las manos vuelven con las palmas hacia arriba hasta depositarse encima de las rodillas y se vuelve a hacer una respiración profunda durante nueve veces. Posteriormente se retorna a la meditación.
Segundo Duan: Agitar o vibrar el tronco o pilar celeste.
Partiendo del final de la serie anterior, sentado con la espalda recta y relajada, los hombros igualmente relajados y las manos sobre las rodillas, se llevan estas últimas frente al ombligo. La palma de la mano derecha contiene la palma de la mano izquierda con los dedos ligeramente doblados y se rota suavemente la cabeza primero hacia un lado y después hacia el otro. La mirada se dirige ligeramente hacia arriba en ambos lados durante unos dos segundos. Zhengcai propone elevar los hombros para tocar con ellos el mentón en su giro hacia cada lado.
Cada uno de los movimientos se ha de realizar con doce repeticiones a cada lado, un total de veinticuatro. El tronco en todo momento ha de estar erguido (figura 3).
La respiración se hace exhalando al ir hacia atrás e inhalando al regresar al centro y la atención ha de ir siempre en la respiración. Las variaciones de esta serie se realizan con las manos en la nuca o bien en las rodillas. El movimiento ha de ser lento y pausado como la respiración.
Se moviliza la energía del cuello, de las vértebras cervicales y de la base del cráneo por donde discurren siete grandes meridianos. En ningún momento se ha de comprimir la nuca o realizar movimientos bruscos, en el caso de que exista alguna tensión o contractura en el cuello, es aconsejable no realizar esta forma.
Se consigue una gran flexibilidad en los hombros y en la nuca. Con esta pieza, la rotación se transmite hasta la altura de las vértebras lumbares y hace que la energía que circula por los meridianos de la espalda se equilibre previniendo enfermedades y aliviando a las que ya están instauradas. Se fortalece la parte anterior del tórax y ayuda al alivio de las tensiones emocionales.
Tercer Duan: Elevar los brazos, gargarismos con saliva o acumular el chi.
Se parte de la posición de sentado, con la espalda y los hombros relajados. Elevamos los brazos con los puños cerrados por encima de la cabeza como para agarrar una barra sobre ella (figura 4).
Es necesario apretar con la lengua el paladar duro desde delante hacia atrás, hacia el paladar blando (úvula o campanilla) con la punta de la lengua para producir saliva. Shixin [30] propone que se mueva la lengua por toda la boca unas 36 veces para producir saliva, luego tragar la saliva en tres tragos produciendo ruido al hacerlo.
La producción de saliva es muy valorada de manera terapéutica, puesto que la secreción de este producto con buena calidad es esencial en un proceso digestivo óptimo. La producción de saliva implica que una vez más el sistema nervioso autónomo parasimpático está funcionando correctamente y las glándulas asociadas trabajan de igual manera. La calidad del citado fluido corporal puede cambiar dependiendo de las emociones (secreción de cortisol en caso de estrés) haciendo que se fluidifique o bien que se espese dependiendo, entre otras, de las comidas a las que nos enfrentamos o a las emociones en las que vivimos. De ahí la importancia que reviste esta forma.
Las manos en lo alto permiten que el acto de la deglución de la saliva se haga de forma correcta, por lo que es esencial esta pieza cuando las personas están encamadas y tienen dificultad en la deglución, o bien hay algún problema de regurgitación o hernia de hiato. Mejora los problemas de periodontitis y de encías a nivel de la boca.
Al finalizar la deglución de la saliva las manos vuelven de forma natural sobre las rodillas o bien se llevan al Dantien (bajo el ombligo) para acumular la energía que ha bajado con la saliva.
Las tres primeras Duan o series forman un esquema tipo Yang es decir actúan sobre problemas y situaciones de la parte frontal del cuerpo.
Las tres formas o Duan siguientes son de tipo Ying ya que se trabaja principalmente sobre la espalda, la región lumbar y los hombros.
Cuarto Duan: Masaje en la región lumbar.
Partiendo desde la posición de sentado con la espalda bien recta pero relajada, nos frotamos las manos hasta calentarlas considerablemente y damos un masaje a la región lumbar durante unas treinta y seis vueltas(figura 5). Hacemos un círculo hacia adentro bajando por el interior de la columna y subiendo por la parte externa. De esta forma favorecemos la circulación sanguínea de la zona y su elasticidad. Se hace descender el fuego del corazón hasta los riñones donde reside la energía (se provoca una hiperemia lumbar bilateral).
Quinto Duan: Rotar una mano en la cintura o girar el torso hacia un lado.
Desde la finalización de la posición anterior, una mano se lleva hacia la espalda, sin girar, y la palma de la otra hacia el ombligo. Se pasa desde una posición Yin a una Yang la sensación ha de ser como de estar girado. La tensión generada a nivel lumbar se utiliza para transmitirla a las vértebras del lado retorcido y el movimiento del lateral contrario para ajustar la posición de éstas. La mirada hacia adelante se fija en un punto distante.
Se rota un hombro hacia adelante y el otro en sentido contrario, treinta y seis veces con el dorso de la mano derecha en la región lumbar derecha y otras tantas cambiando de mano y de zona lumbar con la mano izquierda (dorso). Se lleva a la cabeza en suave movimiento con el hombro (figura 6). Los primeros ejercicios que se hacen es normal que se oigan los huesos acomodarse puesto que se realiza a una liberación de la tensión, razón por la que hay que hacerlo con suavidad . Hacer todas las repeticiones de un lado y después cambiar al otro.
El beneficio de esta serie se va a comprobar en una mayor elasticidad de toda la espalda y hombros, un mayor ajuste de las vértebras y una corrección en movimiento de los huesos del tórax.
Sexto Duan: Rotando las manos en la cintura.
Partiendo desde la posición de sentados se colocan las palmas de las manos en la región lumbar correspondiente y se giran los hombros haciendo círculos hacia delante con un hombro y hacia atrás con el otro durante 36 molinetes (figura 7).
Tras estos movimientos se termina estirando las piernas y dejándolas relajadas con los dedos de los pies apuntando hacia arriba, la espalda recta y los hombros relajados.
Habitualmente se genera un calor interno que es normal y puede suceder que se llegue incluso a sudar produciéndose algún escalofrío. Al estirar las piernas se libera toda la tensión que se acumulaba y se produce una respiración tranquila y fluida y una sensación de plenitud y de fortalecimiento del cuerpo.
Séptimo Duan: Sujetar el cielo con los dedos entrelazados.
Se vuelven a cruzar las piernas como se describe en la posición de sentados y se sitúan las manos a la altura del Dantien, con las palmas hacia arriba entrelazando los dedos y presionando con los dedos meñiques el abdomen. Se elevan las manos hacia el pecho y se sigue subiendo girando suavemente las manos a la altura de la cara para ponerlas con las palmas hacia arriba y los dorsos hacia abajo como si sujetaran algo pesado. Se hace una inspiración en este movimiento. (figura 8).
Después de cinco segundos, exhalar y bajar las manos con las palmas hacia abajo y con los dedos enfrentados hasta el Dantien para repetirlo durante nueve veces. No se debe agachar la cabeza en ningún momento. Se debe seguir con los ojos y con la mirada el recorrido de las manos para optimizar el trabajo realizado.
Con esta serie se trabajan energéticamente los meridianos de los brazos favoreciendo la circulación de la energía, de la sangre haciendo que la respiración sea más profunda al elevar la caja torácica, mientras se desciende el diafragma.
Octavo Duan: Tirarse de los dedos de ambos pies o estirar las piernas.
Hay que estirar las piernas y colocarlas juntas ayudándose de las manos que mantienen la postura de sentados al apoyarse en el suelo con los dedos mirando hacia los pies, calentar las manos si se precisa, bajando desde la cadera procurando no doblar demasiado la espalda ni elevar las rodillas y por último masajear los pies (figura 9).
Alcanzar la planta de los pies requerirá su tiempo pero poco a poco haciendo los ejercicios se consigue estirar y flexibilizar los músculos para conseguir el objetivo marcado. La forma se ha de realizar aunque no se consiga llegar a tocar la planta del pie la consecución de este objetivo puede llevar unos tres meses, pero se logra con una buena relajación.
Tras estos movimientos se vuelve a la posición de sentado con las piernas cruzadas o estiradas (como mejor se alcance la concentración). Es necesario estimular una vez más la producción de saliva en la boca girando la lengua en su interior, para tragarla en tres sonoras degluciones. Las manos las situamos frente al Dantien haciendo un mudra con los extremos de los dedos pulgar y medio (corazón) de una mano se unen cogiendo el pulgar de la otra mano entre ellos mientras que ese pulgar presiona entre las primeras falanges de los dedos índice y corazón (en un punto de acupuntura llamado Lao Kong). Por fuera, el resto de dedos de esa mano cubren a los de la otra.
Llega el momento de descansar en esta posición con las manos situadas sobre las rodillas, con los ojos cerrados y sintiendo cómo la energía fluye libremente por su cuerpo.
Para terminar uno se levanta lentamente y realiza una pequeña caminata pisando con fuerza, para que la circulación sanguínea se restablezca en las piernas y se equilibre la circulación de energética.
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